
En este año tan particular (por Covid-19), atípico, histórico y lleno de situaciones inesperadas, nos encontramos docentes-alumnos-familias de un modo diferente en el desafío de enseñar y aprender, en entornos virtuales. Ha sido verdaderamente un reto, porque todos nos hemos visto ante la necesidad de aprender nuevas herramientas que nos permitan comunicarnos y compartir conocimientos.
Sin embargo, a pesar de las dificultades que conlleva el aislamiento social, desde nuestra experiencia podemos destacar algunos aspectos positivos que nos dieron fortalezas en este camino. Por un lado, el acompañamiento de las familias en la educación de los niños y por otro lado, las palabras de afecto y cariño que nos trasmiten diariamente los alumnos, esto demuestra que se puede compartir mucho más que conocimientos a través de las pantallas, como ser, sentimientos, pensamientos, amor y afecto.
Desde un primer momento, como todo cambio, nos llevó un tiempo adaptarnos a esta nueva forma de enseñar, pero poco a poco, juntos hemos logrado el equilibrio que nos permitió organizarnos de una mejor manera, siempre respetando los intereses y edad madurativa de los pequeños.
Cabe destacar, que esta experiencia nos ha demostrado que siempre se puede aprender un poco más y que las dificultades vienen a enseñarnos algo y nos ayudan a mejorar. Por todo esto, es que estamos agradecidos de garantizar junto a las familias la educación de nuestros alumnos, que se ha evidenciado con sus participaciones en las clases virtuales, mediante el envío de videos, fotos de actividades y trabajitos realizados por ellos en sus hogares.
Una vez más, se ha demostrado que juntos y con amor, se logran grandes cosas.
Maes Miriam Galarza – Griselda Aguirre