Docentes para sembrar y cobijar

La vocación docente es una de las más importantes en la sociedad. Siempre deja un mensaje en la vida del niño o adolescente, aunque parezca que vivimos en un tiempo de desvalorización del docente. Tu tarea cotidiana aporta y suma a la formación de la persona. Allí donde no hay un referente para el niño, seguramente estará la maestra o el maestro, el profesor, el preceptor. Te veo como en una doble tarea: sembrar y cobijar. Sembrar valores, despertar búsquedas, que dan frutos en otros campos y en tiempos de los cuales tal vez no seas testigo. Cobijar para ayudar a sanar heridas, cuidar las fragilidades de la vida.

Sos un ser único e irrepetible. Lo que vos no hagas nadie lo hará por vos.

Cuando no ponderamos bien la vocación docente ponemos en riesgo cuestiones muy importantes en la sociedad.

Los desafíos son cada vez más complejos. Lo sabemos. El desinterés de los alumnos o la poca motivación, la incidencia de la droga en tantos barrios, el hecho de que no aceptan la palabra de los adultos, la ausencia del compromiso y acompañamiento de la familia aun en los más pequeños. A veces las mamás o papás te dicen: “no sé qué hacer con mi hijo”, pero esperan que vos sí sepas cómo educarlo. Y sentís que ahí te lo dejan casi como dando a entender: “arreglate vos”.

Es importante renovarnos en la esperanza. Es cierto que hay motivos para angustiarse o preocuparse. Pero también hay que saber mirar los signos de esperanza, que tienen relación con la fe. Buena parte de la sociedad siente que “así no va”. Que es necesario buscar más en lo profundo del ser humano. ¿No sentís a veces nostalgia o ansiedad de algo distinto? La insatisfacción por lo de hoy es también señal de necesidad de búsqueda de algo nuevo. Vos, yo, los niños y jóvenes somos capaces de violencia y superficialidad, pero también de dar la vida por ideales nobles.

Antes se decía –¡ y cómo lo hemos criticado!– “la letra con sangre entra”. Hoy sabemos que sólo podremos entrar en los demás por medio del amor. No hay otro camino. Jesús nos enseñó con su ejemplo que “no hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn 15). Si hemos de enseñar, ha de ser con amor. Si hemos de corregir, ha de ser con amor.

Sé que a muchos docentes les toca enfrentar cotidianamente situaciones muy difíciles. Están tocando lo que algunos llaman las fronteras antropológicas. Desde allí hemos de abrir horizontes de sentido, sabiendo que implica acompañar a caminar hacia la realización personal plena, sin certezas de logros positivos.

No es tiempo de superhéroes, sino de comunidades servidoras de la vida. Es necesario el trabajo en equipo. Un profesor me decía “los docentes también somos seres humanos”, expresando así la cantidad de responsabilidades que siente pesar sobre sus hombros. Quiero darte un gracias enorme porque sembrás la vida y la cobijás.

No alcanza con elegir la vida individualmente, si no nos cuidamos los unos a los otros. Jesús nos insiste “ama a tu prójimo como a ti mismo”.

Hace poco una docente me pedía “rece por nosotros, que estamos en situaciones complejas, con desafíos difíciles”. Rezo por vos, hoy y siempre.

Columna de opinión de monseñor Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú y miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, publicada el 11 de septiembre de 2011.  11 de septiembre 2011 Día del Maestro, 17 de septiembre 2011 Día del Profesor. Fuente: AICA