Estamos iniciando el segundo semestre de este ciclo lectivo 2024, que es una gran oportunidad para seguir formando a centenares de niños y jóvenes de nuestra sociedad.
En el pacto educativo global, el Papa Francisco nos recuerda: “La educación es ante todo una cuestión de amor y responsabilidad que se transmite en el tiempo de generación en generación”. El Papa Francisco nos invita a orientar la educación hacia un modelo que integre los valores esenciales de la dignidad humana, la ecología, la paz, la solidaridad y el desarrollo sostenible. Por ello, es oportuno reflexionar sobre cada una de estas áreas prioritarias de la educación cristiana.
La educación debe ser un campo en el que se promueva y respete la dignidad de cada persona, sin distinción de raza, género, religión o condición social. Esto implica incorporar en los currículos educativos, no sólo el estudio de los derechos humanos, sino también el desarrollo de competencias emocionales y sociales que permitan a los estudiantes reconocer y respetar la dignidad de los demás. La formación, en este sentido, puede ayudar a prevenir situaciones de violencia y discriminación, preparando a los jóvenes para defender y promover estos derechos en sus comunidades.
La crisis ecológica que enfrenta nuestro planeta exige una respuesta educativa que fomente en los estudiantes una conciencia ambiental profunda. La educación en este ámbito, debe ir más allá de los conceptos teóricos sobre el medio ambiente y enfocarse en acciones concretas que fomenten un estilo de vida sostenible. Nos compromete a incluir iniciativas como la agricultura urbana, el reciclaje, la conservación del agua y la educación sobre la biodiversidad. La ecología integral también implica reconocer la interconexión entre justicia social y ambiental, formando ciudadanos que sepan valorar y proteger el planeta como un bien común.
Educación para la Paz y Ciudadanía es un aspecto fundamental para la convivencia social. Una educación comprometida con la sociedad debe cultivar en los estudiantes habilidades de resolución de conflictos, mediación y diálogo. A través de metodologías participativas, se puede enseñar a los jóvenes a expresar sus opiniones, a escuchar a los demás y a trabajar en conjunto para alcanzar soluciones pacíficas. Además, es fundamental promover el compromiso cívico y el activismo social que a menudo se inicia en las aulas. La educación para la paz debe fomentar un sentido de pertenencia y responsabilidad hacia la comunidad y el mundo.
Necesitamos una educación que sea orientada a la solidaridad y el desarrollo sostenible. La solidaridad no sólo se refiere al apoyo mutuo entre individuos, sino también a la creación de estructuras que permitan el desarrollo equitativo de comunidades. La educación debe inspirar a los jóvenes a involucrarse en causas sociales, fomentando una cultura de ayuda mutua y cooperación. Los Proyectos de voluntariado e intercambios estudiantiles, facilita la formación de estudiantes para un mundo interconectado que apueste al bienestar de los demás.
Pero por encima de todo, una educación responsable debe orientarse a la construcción de un futuro integral, formando generaciones capaces de construir un futuro, donde la dignidad de todas las formas de vida sea respetada. La educación, bajo la luz del Pacto Global educativo, debe ser un espacio donde los estudiantes no sólo adquieran conocimientos, sino que también desarrollen una conciencia social y ecológica que los motive a actuar.
Este enfoque integral ayudará a crear una sociedad que valore la vida humana, pero que además asuma su responsabilidad hacia la protección del medio ambiente y el bienestar de todos los seres vivientes.
P. Juan Rajimon svd
Representante Legal