
«Un padre no puede pedir al niño, lo que no muestra con su ejemplo»
El ejemplo es el instrumento educativo irreemplazable con que cuenta la familia. Es fundamental que tanto «papá» como «mamá» sean conscientes del impacto que tiene su ejemplo en la vida de los hijos, porque los niños aprenderán de cualquier acto que realicemos.
No es tarea fácil educar a un hijo, ya que requiere de mucha paciencia y perseverancia en su formación, y a pesar de ello, los padres deben estar decididos a ayudar a sus hijos para que sean felices y personas de bien.
Pero no siempre se hace lo mejor para que ello ocurra. Muchas veces los padres tratan de solucionarles todas las dificultades que se les presentan y de esta manera se limita la capacidad de los niños y no se les permite ser independientes. En su afán de que no se equivoquen le presentan la solución y esto hace que el niño nunca adquiera responsabilidad, dado que no se les da la posibilidad de equivocarse y asumir las consecuencias.
Muchos padres suelen anticiparse a las acciones de los niños, y no les dejan actuar o hacer algunas cosas que ellos podrían resolver solitos. Hay que darles la oportunidad de que experimenten, se equivoquen, fallen o acierten, porque todo esto los ayuda a crecer, en distintos tiempos, según la edad.
Es necesario que los padres transmitamos la satisfacción por hacer bien, lo que deben hacer sin facilitarles todo, porque aunque les cueste irán adquiriendo la habilidad y por sobre todas las cosas la fortaleza necesaria para llevar adelante cualquier actividad. Cuanto más cosas hagamos por ellos, menos les quedará hacer por sí mismos.
Los padres no debemos tener el temor de exigir y sobre todo incentivarlos a realizar actividades que exijan disciplina y esfuerzo, ya que los formará como personas disciplinadas y perseverantes.
Vivimos en una sociedad en la que se ha instalado el «ya», y muchas veces son los mismos padres los que se esfuerzan por cumplir inmediatamente los deseos de los hijos. Atendamos a sus necesidades, no a sus caprichos.
Siempre estamos pensando: qué podemos hacer para que nuestros niños sean mejores, tengan un buen trabajo en el futuro o, al menos, que sepan defenderse en lo profesional y en lo personal, y lleguen a ser felices.
No debemos olvidar que el modo de comportarse de los padres vale mucho más que todas las palabras que podamos pronunciar.
Sin duda que educar en el ejemplo es más que una forma de educación, es un estilo de vida que los niños adquirirán. Por ello hay que ser cuidadosos, muy firmes y coherentes en nuestros comportamientos.
«Un padre no puede pedir al niño, lo que no muestra con su ejemplo». Los padres debemos ser conscientes en todo momento de que los niños nos observan, y que si perdemos la paciencia o no controlamos nuestras palabras o actuamos mal, ellos estarán allí aprendiendo de lo que hacemos. Como ya lo dijimos: no es tarea fácil, pero sabemos que todo se aprende y mucho dependerá de la educación que les demos.
Sin duda entonces, papá – mamá, es necesario y vale la pena, disponer de tiempo para que ellos puedan aprender de nosotros todo lo bueno que esperamos de ellos y tengamos muy presente que es una tarea indelegable. No podemos buscar reemplazantes en el colegio, cuidadores, abuelos, porque es responsabilidad de los padres inculcar los valores que los formarán como seres íntegros.
La vida es dura, difícil y los hijos no siempre estarán en nuestro regazo para cuidarlos y protegerlos, tarde o temprano tendrán que tomar sus propias decisiones y que hagan lo correcto, muchas veces, dependerá de la educación que les hayamos dado y de los valores transmitidos.
Y cuando pasen los años y podamos disfrutar de las conductas apropiadas que ellos manifiesten, diremos con mucha satisfacción: «VALIÓ LA PENA SACRIFICAR MI TIEMPO POR EL BIEN DE ELLOS».
María Cristina Corol de Romero
Directora del Nivel Inicial y Primario