“El soldado no muere en el frente de batalla, muere cuando su patria lo olvida”
Sin lugar a dudas, la historia y el presente nos enseñan que la guerra y la violencia nunca deben ser el camino para resolver ninguno de los conflictos. Pero no podemos olvidar a quienes tuvieron que hacerle frente. Cada 2 de abril les rendimos homenaje a ellos: nuestros héroes de Malvinas. A los que murieron en combate y a los que aún dan testimonio de esos días, habiendo tenido que sobrellevar una vida repleta de indiferencia.
Así es que en la semana previa al 2 de abril tuvimos el gran honor de recibir en la Institución a Ex Combatientes de la Guerra de Malvinas (1982), quienes disertaron charlas en diferentes cursos, para compartir con los alumnos sus experiencias, sentimientos y posturas en torno al conflicto bélico.
El jueves 31 fue el turno de Primero A, el silencio se apoderó del aula cuando la Sra. Rectora presentó al Lic. Manuel Vieites, ex combatiente y con mucho orgullo soldado voluntario. Comenzó explicando el inicio de la usurpación británica desde el año 1833 y las razones geográficas e históricas que fundamentan el reclamo de que las Islas Malvinas deberían estar bajo soberanía argentina.
Nos relató que tenía tan sólo 20 años cuando fue a la guerra, contando con una formación de base por haber realizado el Servicio Militar Obligatorio el año anterior, sin embargo esto no le dio muchas herramientas para enfrentar las temperaturas bajo cero típicas de las Islas. Con asombro, curiosidad y respeto, escuchamos su exposición y comenzaron a surgir las preguntas. Levanta la mano un alumno: – ¿Volvería a ir al campo de batalla?
Sin hacer apología a la guerra, remarcando que es una de las cosas más tristes que pueden suceder, pero con un patriotismo infranqueable Manuel respondió que sí, lo volvería a hacer, por amor a su Patria. Luego, para responder a otra pregunta se refirió al difícil momento de la posguerra, los traumas, pérdidas, dolores y con firmeza aclaró que “Mi fe en Dios y la Música me salvaron”.
Escuchar tal testimonio en primera persona tiene un valor inconmensurable, agradecemos infinitamente su valor y predisposición para compartir con nosotros. Tanto nos regocijó el corazón de orgullo celeste y blanco que los alumnos quisieron dejar registros de la magnificencia de este encuentro pidiéndole autógrafos a un gran héroe -aunque el mismo, con humildad, nos dijo que no se considera como tal-.
¡GRACIAS MANUEL VIEITES!
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