El Roque del ayer

Recuerdos, experiencias y reseñas históricas, que nos permiten conocer aún más nuestro colegio, rumbo a los 85 años.


Un lugar donde se forman personas felices

Hablar del Roque de ayer me trae nostalgia, hermosos años vividos intensamente. Todos éramos uno, así lo celebrábamos y así lo compartíamos.

Hacia los años 90 más o menos, recuerdo, ingresé con apenas 19 años y quien en ese entonces me recibiera como director, el señor Ignacio Félix Sisto, un apasionado docente de alma, era la mano derecha de todas. Qué no aprendíamos con él, si había que hacer un pizarrón de efemérides o un telón, el incansable de guardapolvo blanco estaba a nuestro lado, nos orientaba, nos dirigía, nos alegraba con sus chistes y por qué no, nos halagaba. Era una especie de padre que miraba, sostenía, acompañaba, dirigía por aquel entonces edificio de aulas amplias, largos pasillos, patio de baldosas y cancha de tierra debajo de una hermosa arboleda que la rodeaba. Con él aprendimos desde hacer un registro a preparar bien un mate, que a la sombra de un cañaveral o al lado de la virgen nos sentábamos a tomar mientras la siesta encontraba a los niños en sus recreos que jugaban, se recreaban, hacían hoyos para las bolitas, o intercambiaban figuritas… Cuando sonaba la campana, inmediatamente sonaba su silbato que se escuchaba por todo el patio y ni un niño se movía, al segundo silbato era para que cada uno pasara a formar, sin hablar y con una disciplina inmejorable. Eran otros tiempos, la camaradería, las relaciones entre colegas, como una sola familia, tenía un común denominador, LA ALEGRÍA… Todo era diario y placentero.

Un detalle en lo personal, «para mañana ponte un colorete», me dijo, formando así aquella docente, joven e inexperta, para que asistiera con un poquito de maquillaje que alegrara su mirada y así contagiara a los niños a estar siempre presentables, ordenados y elegantes.

No podría dejar de recordar los paseos al cine Sarmiento o al Español, a ver alguna película que se estrenara, todos en fila y a la siesta, premio por portarse bien. O quizás el permitido de los viernes, ir a jugar a la plaza. Todo se podía y nada pasaba. Todo era bello, como así también los días del estudiante en el club Centro de Cazadores, o en el Parque de La Ciudad, aeropuerto viejo le decían.

Qué hermoso colegio, nuestra segunda casa, que añoranzas recordarte y cómo no quererte si has sido toda mi vida, si has sido quien me formó como persona, profesional y católica. Hoy más que nunca, aún transitando tus nuevas construcciones, soy feliz de decir, mis hijos y yo, fuimos y somos parte de esta historia, somos quienes pueden recordarte con inmenso cariño y desearte que no pierdas la esencia para la cual fuiste creado.

Para los que aún estamos y para los que vendrán, queda el compromiso de este legado… Ser un lugar donde se formen personas felices.

Memorias de María Elena Vallejos (Vice Directora Nivel Primario)


Los recuerdos que alberga nuestro corazón

Y, el tiempo transcurre, entonces, los niñitos con carita de asombro que estuvieron en primer grado, hoy son apuestos muchachos y chicas que están en el último peldaño: quinto año.

La memoria fotográfica me lleva a una secuencia de hechos bellos, importantes, que forman parte de mi historia. El patio de tierra, (donde hoy es el patio cubierto) con la canchita de fútbol que llegaba hasta la calle San Lorenzo, aparecen sonidos de gritos: ¡dale, tirala… goooolll…! Me dejo llevar, entro al colegio, allí sencillita, nuestra capilla (que lindaba con la calle Entre Ríos), celebraciones, la primera comunión de mis hijos y hasta ceremonias religiosas de colegas que contraían matrimonio, como la de Alicia Luján, profe de Biología.

Ahora, cuenta el colegio con un piso más, antes subíamos al último (piso), allí en dirección a calle La Rioja, nuestro salón de actos, lugar de encuentro en las fechas patrias, para eventos escolares. Las fotos de lo vivido o compartido, se agolpan las veo… nuestra época de festejos de la recepción de los quintos en el colegio, promoción de varones. Primero, la santa misa, ya en la capilla actual, luego, la cena en el patio, que hoy los reúne en la oración de entrada por las mañanas.

Un párrafo aparte, ¡La Estudiantina!, la Banda de Música del Roque, ¡la mejor! por esos días, sólo varones, las chicas aún eran proyecto para volver mixto al colegio. Y así nacía la fusión con San Basilio, Santa María, las chicas conformaban el cuerpo de baile, muchísimos años muy hermosamente compartidos por la avenida Corrientes, con ellos Niria López Forastier, profe de Matemáticas.

Imposible redactar TODO en pocos caracteres. Sí, seguirán estando allí guardados, libres de virus o de algún hacker, en la tecnología perfecta que alberga nuestro corazón y enriquece el alma: los recuerdos.

Memorias de Sabina Casarotto (Ex docente)


Misión Pastoral

Cómo no recordar al Padre Benjamín Macajes SVD, quién de su Filipinas natal llegó hasta nuestro colegio y marcó un camino muy importante de su misión pastoral. Junto a los alumnos organizaba concursos de cantos, de saberes, todo relacionado con Dios y la Santísima Virgen; sin lugar a dudas, era una fiesta dónde todos los docentes se involucraban en esa misión. En el momento de la Santa Misa, el Sr. Director de ese entonces, Ignacio Sisto, acompañaba los hermosos cantos tocando el órgano.

Memorias de Adelaida Regúnaga