Sinceras y simples palabras póstumas de exalumnos, que salen del recuerdo, del agradecimiento y del corazón de los que nunca olvidarán la entrega del profesor José Carlos Boichuk.
La vida inexorablemente avanza y su ciclo se renueva sin que lo tengamos en cuenta. Y es que, al estar en él, todo nuestro ser ignora que el tiempo, el maldito tiempo, no tiene vuelta atrás.
Así, sin darnos cuenta, hace treinta y nueve años (¡si! 39), entraba a ser partícipe de nuestras vidas la persona que, desde su lugar de trabajo, nos incentivó y nos invitó a pensar que no todo da igual como la cultura de la INCOMUNICACION actual nos propone. Nos ayudó a ser mejores personas, para que las actividades que la vida de adultos nos deparara, la realizáramos de la mejor manera posible, poniendo todo nuestro esfuerzo, tesón y amor en ello.
Para ello, se valió de muy pocas cosas: su presencia que inspiraba un gran respeto; la tiza que infinitas veces fue nuestra fiel compañera en el pizarrón; su voz a la que irremediablemente acompañaba nuestro silencio; su pasión por hacernos comprender lo que nuestras cabezas adolescentes no lograban aprehender o se resistían a dilucidar y, sobre todo, los libros, los diversos e innumerables libros de la rica literatura universal que, a lo largo de los últimos tres años de aquella lejana secundaria, fueron integrantes incondicionales de nuestros materiales de estudio.
Con todo este “arsenal” logró que aprendiéramos: a escribir correctamente nuestros nombres (¡sí nuestros nombres); a emplear los verbos con sus modos y conjugaciones; que la literatura es la expresión del pensamiento de personas en un determinado contexto social político y geográfico; a usar adecuadamente los signos de puntuación, como así también los participios activos (no significa lo mismo: “no queremos saber”, que “no, queremos saber” y , al que preside, se le llama «presidente» y nunca «presidenta»; entre otros tantos ejemplos que se pueden dar).
Todo ello a base de lectura y más lectura, las obligatorias y las que, por hacernos los pillos, “adicionábamos” a nuestro legajo: Cien años de soledad; Don Segundo Sombra; El poema del Cid campeador; El informe de Brodie; El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha; El lazarillo de Tormes; El matadero; El principito; El sí de las niñas; Facundo; Fuenteovejuna; Hamlet; Juvenilia; La Celestina; La vida es sueño; Martín Fierro, entre otros, fueron nuestros interlocutores por un tiempo.
Para completar la tarea, nos proponía la elaboración de redacciones propias que al principio resultaban ser todo un fiasco, actividades casi abandonadas hoy día, cuando constatamos que como máximo logro, chicos de la misma edad que la nuestra en épocas pasadas, alcanzan, con gran esfuerzo, leer un libro en el transcurso de un año. En una palabra, aprendimos a intentar hablar y a escribir con corrección.
Pero, debemos ser justos: tuvimos la bendición de haberlo conocido y muy probablemente haya sido un oasis en el desierto de la ignorancia por el cual transitamos y, del que muchos de los que hemos sido sus alumnos, bebimos para saciarnos por siempre. Es decir, que lo bien enseñado y bien aprendido no se olvida nunca.
Dios quiso que uno de sus alumnos de esta promoción lo asistiera en sus padecimientos finales, al que los afrontó como lo que era: un verdadero caballero con todo lo que esta simple palabra encierra.
Damos gracias a Dios por habernos puesto en nuestro camino, rogamos que te tenga en su Gloria y esperamos que intercedas por nosotros.
A tu memoria van estas sinceras y simples palabras que salen del recuerdo, del agradecimiento y del corazón de los que nunca olvidarán tu entrega.
Dios te guarde JOSÉ CARLOS BOICHUK (“polaco”), 19/10/2016 – QEPD.
Tus alumnos de la Promoción 27 (año 1979), del “Instituto Roque González”
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Algunos comentarios:
Mis pésame a la familia del profesor que me enseñó a valorar y cultivar la lectura. Bien esas personas marcaron nuestras vidas. (SCHMIDT, Carlos)
Toda la razón del mundo. A pesar de no haber seguido algo relacionado con lo que, tanta pasión, nos enseñó; el amor a la lectura quedo para siempre. Dios lo guarde. (BENITEZ, Víctor Daniel)
Qué macana! Un día triste. Parecería que lo único que leí fue LA VIDA ES UN SUEÑO, pero a los bochazos me obligó a leer los otros. Y bien que hizo! (SALEH, Gerardo Yamil)
Como médico yo lo atendí y lo operé dos veces. Se portó como un caballero. Se bancó todo sin chistar. QEPD. (ANGELONI, Raúl César)
La verdad nunca nos caímos en gracia. Pero Nobleza obliga. Mala relación. Pero de frente y honesta. Lo recuerdo siempre por el que me enseñó a escribir como a todos los de nuestra generación. Y por una anécdota que contaba con un centroamericano. Muchos tal vez recuerdan. Como todo, Siempre nos acordamos del que nos dejó algo o nos enseñó. Cuanta falta hacen Profesores como él. (ENRIQUEZ, Rubén Emilio)
Bien. Pienso lo mismo. (COLLMAN, Gabriel Andrés)
Se fue un grande en todos los aspectos. Yo recuerdo como anécdota en 3er año me puso el 1rer y único 1 de toda mi vida. Por dejarme copiar ligamos los dos!!! Que gran lección de vida. Huella imborrable en la vida. (D’ALOIA, Roberto Enrique)