Muy querida comunidad educativa:
Vivimos en un mundo lleno de egoísmo y divisiones. Por eso como comunidad educativa, nuestro rol es formar jóvenes en el valor de la solidaridad – una solidaridad que transforme. La solidaridad es una actitud, una disposición aprendida por eso tenemos la obligación de despertar y dinamizar en nuestros niños y jóvenes el gusto por ésta. A partir de allí, nos toca enfrentar como sociedad la gran preocupación: ¿Cómo vamos a lograr que toda la sociedad, desde la infancia, sea más solidaria?
Creo que todo comienza por el testimonio que damos los adultos en las pequeñas cosas: respeto por los objetos, plantas, animales y, en especial, por las personas. Sabemos que crear una cierta sensibilidad hacia la naturaleza y los animales puede ser relativamente sencillo, pero sensibilizar hacia los semejantes que padecen y la pasan mal, es más complicado. Debemos ser conscientes de que los valores del neoliberalismo “la moral del éxito” son más atractivos que la solidaridad. Pero aun con este entorno, optemos por rutinas que muestren la deferencia y el respeto que merece el otro, ayudar al compañero, respetar al adulto, recibir con cariño a una persona ajena a nuestro grupo, saludar cordialmente a todos, destinar siempre un porcentaje de nuestros ingresos para los más necesitados, etc.
La solidaridad trasciende todas las fronteras: políticas, religiosas, territoriales, y culturales. Como decía San José Freinademetz “EL AMOR Y LA CARIDAD ES EL ÚNICO LENGUAJE QUE ENTIENDEN TODOS LOS HOMBRES” . La solidaridad no tiene fronteras, sencillamente depende de nuestra predisposición. Ella se aprende, desde y en la experiencia de personas que manifiestan conductas solidarias.
Por eso, seamos solidarios como educadores en nuestras propuestas educativas, buscando formar niños y jóvenes que practiquen y gusten de este valor. Como familias acompañemos a los hijos en tareas solidarias. Como niños y jóvenes seamos protagonistas de la solidaridad con nuestros pequeños gestos y grandes actitudes para lograr transformar nuestra sociedad, una sociedad que nos necesita más que nunca.
No dejemos pasar ninguna oportunidad y la VIII Bicicleteada Solidaria de nuestro colegio, es una de ellas, para que sumemos y multipliquemos nuestra solidaridad. Aunque el aporte de cada uno parezca poco, les aseguro que vale mucho. No dejes de ser parte de esta maravillosa propuesta que nos hermana y permite practicar en familia este valor tan preciado.
¡Dios bendiga y multiplique nuestras actitudes solidarias!
P. Juan Rajimon SVD
Representante Legal
Abril – Mayo 2007