Me enseñaron muchas cosas

Reflexión sobre las visitas al Hogar de niños en Parada Leis

«Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde», esta frase engloba y resume lo que sentí aquel día que fui por primera vez al Hogar.

Cientos de veces al día nos quejamos porque nos anda mal la televisión, el celular o el auto y acá no más, a unos pocos kilómetros, conocí a un grupo de chicos que lo material ni siquiera aparece en el podio, en su escala de valores. Personitas con una sonrisa, miradas de esperanza y valentía, que cada mañana se levantan agradecidos a Dios por un día más de vida.

Muchos de ellos con una familia desfigurada, ausente y en algunos casos privados de su libertad, que si estuviera en los zapatos de estos chicos, sentiría dolor y tristeza.

Estos chicos muy jóvenes, activos fieles a Dios, respaldan su amor, la educación y el deporte para demostrar que siempre hay un motivo para estar felices.

Fue mi primera experiencia con ellos, me enseñaron tantas cosa que ni siquiera se dieron cuenta. Simples hechos como compartir una chocolatada, jugar a la pelota o a las bolitas, son cosas que jamás olvidarán y quedarán marcadas en sus corazones.

Tenemos una gran responsabilidad con estos niños, que el día de mañana serán personas de bien que manejarán el mundo.

En mi retorno, luego de esa hermosa mañana, prometí volver para seguir ayudándolos y ser más misericordioso y agradecido por lo que Dios me regala día a día.

En la antesala de una próxima reflexión, saludo cálidamente a mis colegas y alumnos que siguen esta hermosa labor de educar.

Adolfo Nuñez
Prof. de Biología