Semana Santa, una oportunidad para sembrar esperanza

Imagen preparada por el Departamento de Arística

 

Estamos próximos a celebrar el Domingo de Ramos, solemnidad con la que daremos comienzo a la Semana Santa, que es la conmemoración anual cristiana de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret.

Esta celebración es una oportunidad para abrir el corazón a Dios en nuestras vidas, especialmente en medio de tantas situaciones adversas que nos toca enfrentar, más aún en medio de la pandemia que estamos atravesando. Así como iniciamos con júbilo la Semana Santa, por la entrada triunfal de Jesús de Nazaret en Jerusalén, en medio de una multitud que lo aclamaba como el Hijo de Dios, es bueno que también nosotros podamos revivir la presencia real de nuestro Dios, que viene a salvarnos de todos los peligros.

Con la celebración del Domingo de Ramos, comenzamos a recorrer la semana más importante para la iglesia católica, en la que renovamos nuestra fe en un Dios que vence la cruz y nos abre las puertas de la salvación. Él nos recuerda que la gracia de Dios está por encima de todo dolor, toda adversidad y toda situación de muerte.

La entrada triunfal de Jesús al templo de Jerusalén y la bienvenida que le da el pueblo, es una oportunidad para que podamos también abrir las puertas de nuestro corazón, nuestros hogares y de nuestras comunidades a la gracia de la fe en Dios. Y celebrar juntos la fiesta de la presencia de Cristo, que con la bendición de ramos, nos enriquece y llena de la presencia de Dios.

Los ramos que bendecimos en la celebración son símbolo de vida y resurrección. El ramo es portador de bien y representa la victoria de Cristo, con la que adornamos los crucifijos, dándole la bienvenida a Jesús resucitado en cada uno de nuestros hogares. Es una gran oportunidad para renovar nuestra esperanza en la salvación que nos viene del mismo Dios que murió y resucitó y es el camino que nos toca transitar como hombres y mujeres de fe.

El Domingo de Ramos nos muestra al mismo Jesús, que aún teniendo a la vista su pasión y sufrimiento, siembra esperanza en el pueblo, por la confianza en el cuidado y la protección de su Padre Celestial que nunca lo abandona. También para nosotros es un momento de gran esperanza en medio de esta larga cuaresma que estamos atravesando por los efectos de la pandemia: el miedo, aislamiento de los seres queridos, incertidumbres, crisis económica. Como cristianos, más que nunca, nos preparamos para celebrar la victoria de Cristo sobre todos los males.

Es una gran oportunidad para proclamar a Jesús, como rey y centro de nuestras vidas, de nuestra familia, de nuestra patria y del mundo entero, aceptándolo como el gran amigo que siempre está a nuestro lado en todo momento. Proclamarlo como rey de nuestra vida implica seguir a Cristo con fe y confianza, aceptando recorrer su camino de amor, servicio y aceptación de las cruces de la vida para resucitar con Él.

La Semana Santa nos invita a centrarnos en el amor de Dios. Un amor que nos envuelve con la presencia viva de Jesús que nos muestra el camino de la cruz, como manera de alcanzar la gloria. Él nos regala la certeza de su compañía en nuestros dolores, sufrimientos, y su resurrección es la convicción de nuestra victoria final junto a Él. Aún en medio de tantas adversidades, la presencia de Cristo Rey en nuestra vida nos recuerda que el verdadero cristiano no puede ser pesimista, sino que debe vivir la esperanza, engendrar la esperanza y difundir la sana esperanza.

Que podamos significar la Semana Santa que se aproxima, desde la fe y la confianza en el amor de Dios que nos involucra. Que sea una oportunidad para compartir la fe en comunidad, participando de las celebraciones litúrgicas, las que nos permitirán vivir desde la Palabra de Dios esta semana transcendental para la vida del cristiano y poder resucitar con Jesús a una vida nueva.

P. Juan Rajimon svd
Representante Legal