
Estamos iniciando el segundo semestre de este ciclo lectivo 2023, que es una gran oportunidad para seguir formando a centenares de niños y jóvenes de nuestra sociedad. En estos tiempos en que experimentamos tantos cambios en la sociedad, creo que uno de los grandes desafíos que tenemos, es una atenta escucha a nuestros niños y jóvenes verdaderos protagonistas de este valioso servicio educativo que brindamos a la comunidad.
En el Pacto Global Educativo, el Papa Francisco nos propone en el segundo desafío: “la escucha a las nuevas generaciones”. Es oportuno que en este segundo semestre, podamos reflexionar en torno a este desafío para orientar nuestra tarea educativa. Una escucha atenta nos permitirá enriquecernos con tantas riquezas y potenciales que tienen nuestros niños y jóvenes.
La escucha a atenta a nuestros estudiantes nos permitirá planificar y diseñar la propuesta educativa, en función de los intereses y realidades que viven nuestros niños y jóvenes, que cada vez están más expuestos a nuevos entornos sociales y tecnológicos. Esta escucha permitirá que cada una de nuestras aulas sean espacios de “encuentros educativos” que enriquecen y permiten la formación integral de nuestros niños y jóvenes.
Solamente cuando el sistema educativo logre escuchar las verdaderas necesidades de nuestra sociedad, podrá alcanzar la tan anhelada transformación social. Como nos dice el mismo Papa Francisco, sólo desde una escucha sincera podremos “formar personas que se pongan al servicio de la comunidad”. Y sólo desde una actitud de servicio se logrará una “cultura del encuentro”, que es clave para humanizar y crear relaciones fraternas, que colmarán de esperanza nuestra sociedad.
En la encíclica Laudato si, el Papa Francisco nos recuerda que “la educación resultará ineficaz y sus esfuerzos estériles si no se preocupa por difundir un nuevo modelo de ser humano, de vida, de sociedad, mejorando las relaciones con las personas y el medioambiente” (Laudato si, 215). Necesitamos una educación centrada en la persona, como parte de una sociedad, que anhela una convivencia armónica desde el respeto mutuo y que es capaz de cuidar nuestro medio ambiente, que es nuestra casa común. En esta tarea nuestros niños y jóvenes tienen mucho para aportar.
La escucha genera verdaderos espacios de diálogo, interpelando las ideas, proyectos y propuestas con el afán de seguir mejorando nuestras prácticas educativas y formativas. Un diálogo sincero enriquece nuestra manera de pensar, nuestras prácticas pedagógicas, y genera respuestas conjuntas facilitando enseñar y aprender juntos. En su libro que escribió Bergoglio junto con el rabino Abraham Skorka en 2010 (Sobre el cielo y la tierra), nos recuerda: “El diálogo nace de una actitud de respeto hacia otra persona, de un convencimiento de que el otro tiene algo bueno que decir; supone hacer lugar en nuestro corazón, a su punto de vista, a su opinión y a su propuesta…”
Una escucha responsable nos ayuda a priorizar y orientar a nuestros niños y jóvenes en la importancia de los aprendizajes valiosos de la vida. Nos anima a superar la desinformación y la falta de apertura para un verdadero encuentro entre personas y comunidades.
Al iniciar este segundo semestre, tenemos mucho por hacer y con una escucha compasiva y sincera podremos resolver tantas situaciones de conflictos y desencuentros. Seamos capaces entonces de construir juntos, una sociedad predispuesta a la escucha y al diálogo sincero y productivo.
P. Juan Rajimon svd
Representante Legal