Toma mi mano hermano

Al estrechar nuestras manos transmitimos energía, paz, amor. Al darnos la mano nos unimos, nos sostenemos, nos contenemos, nos damos seguridad, pudiendo comprender mejor cuál es la importancia, el valor de la solidaridad: «HACER QUE LA UNIÓN SEA MÁS FUERTE, MÁS SÓLIDA».

Cierto es que no tenemos la solución a todos los problemas de nuestra comunidad en nuestras manos… pero frente a los mismos, hemos pensado: “tenemos nuestras manos y podemos ser solidarios, dejando el mundo egoísta en el que muchas veces vivimos, para pasar a ayudar a los que nos necesitan”.

Todas las crisis tienen su costado rescatable: los gestos de ayuda que han aflorado este año en todos los que componemos la comunidad del Instituto Roque González para dar la mano a quiénes más necesitaban, pero por sobre toda las cosas, para demostrarles el infinito amor que por ellos sentimos. Esto, a su vez, nos permitió poner a prueba nuestra actitud constante de solidaridad y nuestra disposición a usar las energías y trabajar por los demás, al decir de Juan Pablo II: “En realidad, todas las cosas, todos los acontecimientos, para quién sabe leerlos con profundidad, encierran un mensaje que, en definitiva, remite a Dios”.

En la búsqueda de actividades que nos permitieran lograr nuestros objetivos (paellas, arroz con pollo y la inolvidable Peña Solidaria), nos transformamos en una Red de Vóley… Sí, sí, sí… ¿se preguntarán por qué? Pues, la red no divide a dos grupos de personas, sino que a ambos lados de la misma se halla un grupo de personas con el mismo objetivo: “luchar y triunfar”. En nuestro caso, de un lado, estuvimos los que ofrecimos nuestro tiempo con amor al servicio solidario, del otro lado, los que recibieron la cosecha que, aunque estuvo expresada en valor material, como es el dinero, siempre acompañamos con nuestro mensaje de fraternidad, de esperanza y de amor, con la única intención de hacer llegar un aliento de paz y optimismo en la constante lucha por la vida y no dudando que al final de ese partido, nos abrazaríamos con alegría, ambos equipos. Pero pensando siempre: ¿y… ahora qué?

Si observaron detenidamente una red de Vóley, habrán visto que están confeccionada con hilos, cada uno de los cuales se atan en nudos del cual parten cuatro hilos, los que a su vez formarán otros nudos hasta confeccionarla totalmente. Orgullosamente pensamos que cada uno de nosotros fuimos y esperamos seguir siendo un nudo, que extiende sus hilos hasta conseguir cuatro integrantes más, para que esta tarea no decaiga, siga adelante con el mismo espíritu con el que nos iniciamos: ”LUCHAR y TRIUNFAR”… pero ¿quiénes fuimos estos nudos y qué nos motivó a ser parte de esta red de vida?

Opiniones de algunos integrantes:

“Se corre con las piernas, se avanza con el corazón, se llega con el espíritu”. César Alcalde

“Nuestro compromiso de cristianos nos llama a estar llenos de deseos de ayudar a quienes lo necesitan”. Cristina Corol

“El trabajo solidario no sólo permite “ayudar al otro”, sino que, fundamentalmente, nos da la oportunidad de ser mejores personas”. Lorena Acuña

“Porque la solidaridad no es simplemente entregar bienes materiales, sino abrir nuestro corazón para escuchar a nuestros hermanos”. Nando Amarilla

“Si sólo poseo lo que puedo dar, la solidaridad será para mí perpetua búsqueda interior de paz, plasmada en la ayuda a nuestros hermanos”. Betty Solís López

“Considero que si formamos una comunidad mi aporte debe ser en todo momento de solidaridad para cualquiera de los que la conformamos”. Rosita Corol

“Trabajo en toda actividad solidaria porque me gusta colaborar, lo hago con amor y lo seguiré haciendo”. Juan Pablo Vázquez

Y a ustedes, P. Romano Hentz, P. Juan Rajimon, H. Javier, sólo podemos decirles: ¡Gracias, por confiar en nosotros, por darnos la posibilidad de trabajar con total libertad en la casa y, por sobre todo, por colaborar en todo momento y acompañarnos en cuantos emprendimientos nos lanzamos.

Alba Solís López