Corrientes – Argentina
Bajo el lema “Denles Ustedes de Comer” se desarrolló en la hermana provincia de Corrientes el X° Congreso Eucarístico Nacional, del 02 al 05 de Septiembre 2004.
Como congresista, tuve el privilegio de representar a nuestra Comunidad Educativa, en momentos en los que el Señor nos recuerda en los sufrimientos de nuestro pueblo, que “no es posible morirse de hambre en esta tierra bendita del pan”.
Es un llamado de Dios para construir una sociedad más justa a partir de la Fe. Y los Congresos son un modo de salir de las sacristías, pues la fe no es un asunto privado sino público, en donde el pueblo en este caso el argentino, redescubre su identidad y su dignidad en medio de una sociedad dominada por el dinero, los medios de comunicación, internet, la cultura posmoderna, una sociedad olvidada de los pobres, marginados, y que pretende derrotar a la inteligencia.
El Hombre se vuelve a Dios o se enfrenta con el vacío. El Santo Padre nos dice que “el don de Cristo y de su Espíritu que recibimos en la comunión eucarística colma con sobrada plenitud los anhelos de unidad fraterna que alberga el corazón humano”.
La Eucaristía nos convoca, nos reconcilia, nos solidariza y nos envía, es el esquema dinámico de la celebración del Congreso, y a la vez, ofrece un servicio de renovación a toda la Nación, invocando la maternal protección de la Santísima Virgen María, bajo el nombre de Nuestra Señora de Itatí.
En el Centro de Interés, “Comisión de Familia”, al cual fui asignado, se propuso como eje temático poner al alcance de los congresistas caminos y herramientas que interesan vivamente a la familia de nuestro tiempo, que atraviesan una profunda crisis y está desafiada a mostrar que hoy “se puede y se debe ser Familia” conforme a los valores del Evangelio, esto teniendo en cuenta que el primer compromiso de la familia es el servir a la persona humana. En la Eucaristía la familia encuentra su plenitud de comunión y participación. Ejerce el sacerdocio común y participa de la Eucaristía para prolongarla en la vida por el diálogo en que comparte la palabra, las inquietudes, los planes, profundizando así, la comunión familiar. Vivir la Eucaristía es reconocer y compartir los dones del Espíritu Santo, es “hacerse uno con Dios…”.
Este espacio, indudablemente, no es suficiente para expresar toda la vivencia recibida en esos días, pero comparto lo esencial para que cada uno, en familia, siga descubriendo las abundantes gracias que Jesús ha dejado a la Iglesia para que se renueve en cada gesto el: “HAGAN ESTO EN CONMEMORACIÓN MIA”.
Prof. Edgar Daniel Beretta

