El uso de la computadora debe estar regulado por los adultos en tiempo y contenidos. Límites y controles adecuados son importantes para los hijos.
Por Silvia Justo *
Adolescentes, niños y adultos estamos atravesados por las innovaciones tecnológicas que impactan en la familia, en el sistema educativo y en la vida cotidiana. Se ha pasado de la cultura del libro, papel y lapicera a la cultura de la imagen, que le deja paso a la cibercultura. También se ha pasado de cierta inhibición para manejar “aparatos” a la habilidad psicomotriz que tienen los niños y los jóvenes de esta generación para hacerlo.
El avance de la tecnología influye en las relaciones sociales y por ende familiares. Los adolescentes de hoy en día viven hiperconectados: pueden mirar la televisión mientras responden un mensaje de texto de su celular, mientras chatean y hacen la tarea. Eligen pasar largas horas con la mirada fija en la pantalla navegando por Internet en su cuarto o en un ciber. Es una forma más que tienen de aislarse de su entorno familiar (algo absolutamente normal que sucede en esta etapa de la vida ya que necesitan distanciarse de las figuras parentales). Lo que en otras épocas era hablar por teléfono desde el cuerto con amigos o ir a sus casas y quedarse mucho tiempo allí o escuchar música a todo volumen hoy es sustituido por el chat o por bajar música para escucharla con auriculares en soledad.
El adolescente de hoy se ha convertido en un consumidor compulsivo de objetos y de las características que tiene cada uno de ellos que sale al mercado; está muy pendiente de ello, y el celular que posee muy pronto le queda obsoleto.
También el adolescente actual está más sólo que el de décadas atrás ya que si bien Internet facilita cierta comunicación, evita la experiencia del encuentro real con otros. Tienen cientos de “amigos”, compiten por quien tiene más, pero pasan largo tiempo en soledad frente al monitor y no trasladan la red social virtual a la relación grupal real.
Muchas veces los padres se quejan de que sus hijos se aíslan de ellos, pero son ellos quienes les compran la tecnología para que estén actualizados. Por otro lado, no hacerlo puede ser visto por el adolescente como una pérdida catastrófica ya que no pertenecer al grupo de “los cibernautas” lo deja adherido a las figuras parentales; para poder separarse necesita buscar nuevos objetos a los que investir y con los que poder compartir, discutir y experimentar.
Límites y controles adecuados
Hay situaciones que a los padres se les van de las manos, como esos cuadros severos de aislamiento o la exposición peligrosa de relacionarse vía chat con extraños. También es mucho más complicado para los padres acotar el uso de la PC en época de vacaciones de la escuela. ¿Qué estrategia seguir en estos casos?
1) La tecnología no es buena ni mala: eso depende del uso que se le dé. Por lo tanto, el adulto debe tener control sobre el uso que le dá el adolescente, cuál es el ciber que frecuenta, cuánto tiempo permanece allí, etc. Los adultos tienen que controlar. Es importante que la computadora esté en un lugar por donde el adulto pueda circular como, por ejemplo, el comedor.
2) El uso de la computadora debe estar reglado: un tiempo determinado por día.
3) Los padres deben evaluar cuál es el tiempo que le dedican a sus hijos e incentivar el diálogo y los acuerdos.
4) La presencia de la figura paterna o quien represente la autoridad es importante y, por ende, genera seguridad.
5) Si el adolescente no cumple con las normas pautadas por sus padres es fundamental la sanción del adulto, ya que esto genera un orden necesario permitiendo incorporar qué es lo permitido y qué es lo prohibido, y las consecuencias de sus actos.
6) Cuando ambos padres trabajan es importante que la PC sea utilizada por los hijos a partir del arribo de uno de los progenitores al hogar. Esto debe quedar claramente pactado de antemano.
* Lic. Silvia Justo, Directora de CE.SA.MEN.DE. Primer Centro de Especialistas en Salud Mental de Villa Devoto
Fuente: www.cesamende.com

