Hay una luz en algún lugar a donde van los sueños de la humanidad.
Hay una luz dentro de ti a donde están los sueños que van a venir.
Para toda cosa hay un tiempo… Tiempo para sembrar y tiempo para recoger, tiempo para llorar y tiempo para reír, tiempo para decir hola y tiempo para decir adiós…
Un día llegaron a esta escuela y algunos lloraban por que no sabían lo divertido que la pasarían aquí y que jugando aprenderían muchas cosas, aprendieron a compartir, a cantar, a escribir, a leer, a conocer los colores para poder pintar un arcoíris, a que la semilla necesita agua para crecer y hacerse una planta que de flores y frutos.
Hoy llega el tiempo de decir adiós, tal vez algunos se encuentren de nuevo en el camino de la vida, quizás otros no se vuelvan a ver, pero en su corazón la semilla que se plantó dará flores y frutos que se esparcirán por el mundo.
Pasaron nueve años, y con ellos quedaron sueños, algunos cumplidos y otros por cumplir. Quedaron fantasías, historias, anécdotas, buenos y malos momentos compartidos con amigos, alguna que otra travesura, y miles de recuerdos que hoy se agolpan en la memoria como queriendo salir, intentando detener el tiempo para evitar la partida.
Recuerdos para ser contados permitiendo que una lágrima escape de nuestros ojos. Recuerdos que, aunque parezcan lejanos, nunca podrán ser olvidados. Y una vez más, como hace nueve años, vuelven seguramente a estar asustados ante lo desconocido. Hoy se van. Deben partir. Por más que nosotras quisiéramos no podemos detener el paso del tiempo para que sigamos juntos acá en la escuela, estudiando jugando, corriendo, cantando, divirtiéndonos. Llevan un baúl que no pesa demasiado, pero que está repleto de ilusiones aguardando realizarse. Llevan en las manos puñados de esperanzas, y en el corazón, un dejo de tristeza quizá…
A nosotras nos dejan su alegría, sus risas, sus miradas, sus gestos, sus sonrisas y también sus lágrimas. Todas esas cosas quedarán muy bien guardadas en nuestros corazones y serán como luciérnagas que iluminarán nuestros pensamientos cuando nos invada la tristeza de saber que el año que viene ya no vendrán.
Ahora sí. Llegó el momento. Permitamos que esa pena salga, que esa melancolía deje correr lágrimas de emoción, pero no permitamos que esta despedida oscurezca el brillo que se han ganado luego de todos estos años de estudio y dedicación. Es por eso que debemos hacer que la despedida no sea un “adiós” que sea un «hasta siempre». Y gracias por dejarnos otra página de su historia, que forma parte de nuestra historia.
Los vamos a extrañar. Los queremos mucho. ¡Hasta siempre!
Maes: Claudia –Soledad – María

